Tuesday, November 17, 2015

Fragmento del libro De la emigración al transtierro


Identidad

Cuando se trata de las relaciones del mundo conmigo, me enfrento al cuestionamiento de mi identidad. Es como si uno se convirtiera en un extranjero en ambos países; y, como he mencionado anteriormente, en los Estados Unidos no bien he abierto la boca y no falta quien me pregunte (y de buena fe en la mayoría de los casos) que de dónde soy. Eso me ocurría con frecuencia cuando viví en Albuquerque, New Mexico, pues allí físicamente se me podía identificar como latino o hispano, pero al momento de hablar (tanto en español como en inglés) se hacía evidente que no era de allí, a lo cual seguía la pre­gunta o cuestionamiento sobre mi identidad. En la República Dominicana, recuerdo una vez, estando en la playa Las Sali­nas de Baní (durante uno de esos viajes de “regreso a casa”), un “tiguerito” me abordó y lo primero que me dijo fue: “¡Mira americano!”. Es casi inexplicable cuán ofendido me sentí; pero fue más que ofendido, me sentí herido. Explico: mi dolor no fue porque me llamara “americano” (nací en América, en la Ciudad Primada de América), sino porque eso implicaba que él me percibía como a un extranjero, un extraño. Nancy Huston en su ensayo “The Mask and the Pen” (La máscara y la pluma) presenta una interesantísima analogía en la que propone que el vivir en un país extranjero y el hablar una lengua extranjera es como el usar una máscara, y que después de años de haber usado esa máscara, algo le sucede a la cara detrás de la máscara. Huston dice:

"Regresas a “casa” y la gente se alarma al oírte. ¿Qué? ¡A eso le llamas tu lengua materna! ¿Pero te das cuenta en qué estado está? ¡No me lo creo! ¡Pero si hasta hablas con acento! Y se te salen pala­bras en francés [en mi caso en inglés]... ¡Esto es ridí­culo! Deja ya de aparentar... ¡Vamos, habla normal­mente! Pero ¿Cómo te atreves a cometer errores?" (Huston 2003, 61)

Yo sé que no sólo el idioma bajo la máscara tiende a oxidarse, pero que existe también un montón de vocabulario para el cual no hay lenguaje recíproco en el repertorio lingüís­tico o vocabulario que uno posee o domina; cosas que uno ha aprendido en la nueva lengua y para las cuales simplemente no tiene marco de referencia, ni de lo cual puede uno tampoco hablar ni opinar inteligentemente en la otra lengua. Admito que no es nada agradable el encontrarse en situaciones simi­lares. A mí me ha pasado tanto en Estados Unidos como en la República Dominicana. Doy un ejemplo: hace unos años, en mi pueblo natal, cuando en una entrevista para el Cable Local me preguntaron sobre mi trabajo en los Estados Unidos, tartamu­deé. Resulta que trabajo en un departamento con un nombre doble (Department of Safety and Security), y ambas palabras en inglés tiene diferentes connotaciones y las aprendí o adquirí con el nuevo idioma. Resulta que en español tenemos una sola palabra para ambas cosas (seguridad) y nunca las aprendí en el contexto profesional, y aunque lo correcto hubiese sido “Seguridad y Protección” esa definición la adquirí después que me estanqué por no decir “Departamento de Seguridad y Seguridad”. Podríamos decir que en ese momento, y frente a las cámaras, me encontré falto de palabras y tuve que recurrir al uso de otras palabras para explicar mi diario quehacer.

No está demás decir que no es tarea fácil mantenerse a flote en ambas lenguas y culturas. En la película Selena, sobre la vida de la cantante tejana, hay una escena muy significa­tiva, y es cuando la invitan por primera vez a presentarse en México; su padre, preocupado porque la prensa fuera a criti­car el español de gringa de Selena le dice: “Los anglos te saltan encima si no hablas inglés perfectamente, los mexicanos te saltan encima si no hablas español perfectamente; a nadie le toca lo que a nosotros, pues tenemos que ser perfectos dos veces”. Y es esa la dificultad mayor: hay que ser más ameri­cano que los americanos, y hay que ser (en mi caso) más domi­nicano que LO dominicano.


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Wednesday, September 30, 2015

De la emigración al transtierro

Mi nuevo libro de ensayo:




De la emigración al transtierro es una propuesta para definir la condición de los inmigrantes que, como yo, hacemos vida en ultramar, mientras mantenemos una conexión con nuestros países y nuestras culturas de origen.  Centrado en la emigración del Caribe hispanohablante hacia EEUU, lo que aquí propongo se afinca en, y por ende es aplicable a, la experiencia migratoria global.


Ente otras cosas, exploro y presento un acercamiento a la realidad de vivir sobre el puente que conecta nuestras múltiples realidades e identidades: el mundo en que sobrevivimos vis á vis el dejado atrás; la identidad pública (trabajo, idioma, colegas) que presentamos vis á vis la identidad privada (hogar, familia y amigos) con la que intimamos, tanto en el nuevo país como en el país de procedencia. 

Este trabajo es una apuesta por nosotros como transterrados.

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Tuesday, September 1, 2015

Fotografías en Aster(ix) Journal (nov. 2014)


Este conjunto de fotografías aoparece en:
Aster(ix) Journal: edición de noviembre 2014 (Kianny N. Antigua -Short Fiction)





























































(la autora Kianny N. Antigua)

Monday, August 3, 2015

Fragmentos: entrevista a Rei Berroa

Finalmente se publica esta entrevista que le hiciera a Rei Berroa una tarde de otoño de 1994, en el legendario Cove Café del 404 de la avenida Ludlow en Clifton, Cincinnati, Ohio.  La entrevista se iba a publicar en una revista en Buenos Aires, la cual se fue a pique antes de publicarla; creí haberla perdido con todo lo que perdí en Albuquerque, New Mexico, cuando un amigo intentó incrementar la memoria de mi computadora y terminó borrándolo TODO.

El año pasado le dedicaron la VIII Feria del Libro Dominicano en Nueva York (celebrada los días 26, 27 y 28 de septiembre de 2014) a Rei Berroa, y, como por arte de magia, apareció la entrevista en un archivo de papeles que ha viajado conmigo 20 años (dos décadas), 8 residencias y 4 estados.


Encontrar la entrevista justo para el reencuentro con Rei fue motivo de alegría para los dos; ahora, su publicación, es motivo de júbilo.

Aquí parte de la entrevista:

 Fragmentos


Keiselim (Keysi) A. Montás: En primer lugar te pregunto, ¿cuándo comienzas a escribir, y cómo te das cuenta que la poesía es una vocación para ti, o que eres poeta, que te sientes poeta?

Rei Berroa: El problema del tiempo es un problema capital, el descubrirse uno poeta hasta cierto punto sería una especie de arrogancia: si yo pudiera decir, bueno, en un momento particular yo descubrí que era poeta; en realidad uno nunca lo es, hasta cierto punto está siempre de camino, está tratando siempre de tener los ojos abiertos para que el mundo se te meta dentro y logres expresarlo de la mejor manera, que la lengua que te han regalado los que te han precedido, los que nos han precedido, sirva de una manera viva para comunicar las experiencias, las expresiones y las emociones que tienes.  Creo que si pudiera señalar un momento particular, que hasta cierto punto yo me di cuenta de que había algo en mí que era poético... yo cantaba mucho de hecho cuando era niño me metieron al seminario, cuando tenía diez años: una manera particular que tenían, yo me imagino, los padres de salvarse de las responsabilidades que le corresponderían, porque además los curas pues, obligaban al niño a...  El cura esencialmente veía a un niño que era como más tímido más callado, pero que le gustaba mucho leer y que estaba buscando, inmediatamente: "Ese es El Libro", como para ellos el libro solamente implica una sola dirección, de hecho el mundo judeo-cristiano-musulmán se basa en el mismo libro (son diferentes versiones, pero en realidad es el mismo), pensaron esta persona, este niño, este tiguerito es alguien del libro, es decir, alguien que puede leer, es para cura.  Inmediatamente te toman y te llevan al seminario, y estuve allí más tiempo del que me hubiera gustado estar, lo que pasa es que, claro, a esa edad no puedes discernir y como el mundo es una campana, el mundo en ese momento, el lugar en donde te meten se convierte en una campana de la cual tú no puedes salir, todo lo que se lleva a cabo allí, se lleva a cabo desde una exclusiva perspectiva, y esa es la que yo viví en los inicios.  Me di cuenta de que tenía mucho qué decir cuando después de estar mucho tiempo yo tenía una amigo español (José María Prieto, que ahora es psicólogo, es el director de la escuela de psicólogos de España) me hizo unas cuantas preguntas una vez con respecto a la filosofía (yo estudié filosofía), y yo decidí contestarle con un diálogo en forma de teatro.  Y le escribí un diálogo en forma de teatro, partiendo de la visión filosófica de un filósofo italiano (Chacha), que había escrito una historia de la filosofía... tendría yo unos diecisiete años, y se lo di a él, y se quedó entusiasmadísimo, además yo pensé simplemente en darle una serie de preguntas con dos personajes en la cual uno representaba la visión imperialista, española, algo conservadora, del "status quo", y otra, de otro personaje en el cual yo me reconocía (pensaba yo que me reconocía, era el reconocimiento que yo podía hacer de uno de esos personajes; era Tito y el otro no recuerdo, Tito era yo). Y él, después de eso, de leerlo y releerlo, viene a donde mí y me dice: "¿Por qué tú no te dedicas a escribir teatro y poesía, esto es una maravilla?" Y yo, "no José, cómo va a ser una maravilla, no, es una reflexión que yo hice".  —"No, no, no, debes proseguir".  Entonces a raíz de eso yo me di cuenta que posiblemente había una voz que estaba tratando de salir, que era como un grito que estaba almacenado dentro de mí, y que estaba de alguna u otra forma tratando de buscar salir hacia afuera.  Y ése hasta cierto punto fue mi primer contacto vivo y poderoso con una manera expresiva que fue poética y que me hizo poco a poco empezar a salir.  Luego me metí con los asuntos sociales, y no fue sino cuando llegué a España en 1974, cuando empecé a escribir con mucho tren.

K. M.: ¿Escribes sólo poesía, o has intentado nuevamente incurrir en el teatro (sé que haces crítica), novelas o cuentos?

R. B.: He intentado hacer cuentos y están todavía ahí, guardados.

K. M.: ¿En la memoria o en los archivos?

R. B.: No, no, en los archivos.  Una noche te levantas porque tienes una idea, y te sientas a escribir y trabajas desde la una y media hasta las seis de la mañana, preparando, diseñado, componiendo, buscando personajes..., y luego no vuelves a seguir en ellos.  Quizá porque la expresión poética es una expresión totalmente diferente a la expresión del cuento, aunque parten del concepto de unidad, que no tiene por ejemplo la novela, la unidad se puede en una novela, pero hay mucho más dispersión.  Sí tengo una novela, que está de camino también, en la que trato de enfrentarme al problema del discurso fragmentado que lleva a cabo el ser humano cuando tiene que moverse de un mundo, de una realidad, de una estructura a otro mundo, a otra realidad, a otra estructura, y el personaje clave en esa novela es Hieronymus Bosch [El Bosco] mi pintor, mi pintor surrealista fascinante, místico, místico del color, que Enrique VIII está buscando un pintor para la corte, y en vez de hacer un e-mail, como se hace hoy día, simplemente va al norte de Europa y ve las pinturas de este loco y dice: "A este loco hay que llevárselo para Inglaterra, porque esto es, esto es lo que yo ando buscando".  Logra que esté allí, (él sabía español, no mucho pero lograba comunicarse bien en español) y cuando llega a Inglaterra es un mundo totalmente diferente, y la realidad de vivir en la corte que él no había tenido jamás, ni lo había pensado, le hace cambiar totalmente su postura ante el discurso artístico.  Entonces la relación que había entre color y misticismo, color-forma y misticismo en las pinturas del Bosco se le convierten en color, forma y erotismo pero utilizando no el medio de la pintura, sino el medio del lenguaje.  Y es el encuentro, las relaciones que él vive en la corte, en una corte muchísimo más abierta (la corte inglesa en aquel momento) que el mundo flamenco que vivía él.

K. M.: Volviendo un poco a lo que dijiste anteriormente de levantarte en un momento y comenzar a escribir algo, me interesa saber cómo surge tu poesía, ¿de un momento de inspiración, y como dices te levantas y comienzas a escribir, la trabajas mucho...?

R. B.: Trabajo quizá demasiado.  Sí, yo creo que, que hasta cierto punto uno va con los sentidos abiertos, como decía García Lorca, el poeta debe ser el maestro absoluto de los cinco sentidos.  Y sin esos cinco sentidos, sin la capacidad de hacer táctil todo lo visual (porque nosotros somos seres visuales, esencialmente somos seres visuales: oímos poco, no tenemos buen oído, el olfato es una mierda comparado con el olfato por ejemplo de los perros u otros animales), pero somos esencialmente seres visuales y la computadora que son nuestras manos.  Si uno se pone a registrar la cantidad de información que tú envías al cerebro a través de las manos, no solamente para reproducir situaciones visuales con los gestos, sino también sobre todo para reproducir situaciones táctiles cuando tocas.  Uno tiene que ser un maestro absoluto en esos cinco sentidos, y para mí no es necesariamente que me levanto y empiezo a escribir, eso puede suceder.  Muchas veces me pasa eso, estoy paseando con mi perra por el parque y de repente empiezo a escribir en mi mente y luego empiezo a hablar, a hacer el poema en voz alta, porque hasta cierto punto, la conversión de las ideas en lenguaje, aunque sea para ti mismo, hace que esas ideas hasta cierto punto encuentren cierta formación, cierta composición en tu mente y se queden algo grabadas en la memoria.

K. M.: Al escribirlos, ¿vas a una máquina de escribir, a una computadora, o al lápiz y al papel?

R. B.: A todo..., lo que esté a mano...  Evidentemente prefiero el lápiz y el papel, todavía hay una mística, la mística de ese sonido particular de la palabra tomando forma a través del contacto con el papel.  Pero en ocasiones, no tengo el papel o lo que sea y me pongo a escribir, me siento al ordenador, o, ya no uso la máquina de escribir para absolutamente nada, ni siquiera para escribir los sobres que le envío a la gente.  Es decir, ahora uno compone la carta y después escribe el sobre a mano.  Y eso está sucediendo incluso a nivel de complejo industrial.

K. M.: Mencionaste a García Lorca y en tus primeros poemas, me pareció a mí que hay una..., no quiero decir que es una influencia, pero me pareció que existía un tono lírico y unas imágenes que me parecieron puramente lorquianas, ¿qué me dices?

R. B.: Que es inevitable, y que si eso es así, bendito sea, maravilloso maestro.  No quiero, en realidad uno..., no hay que tenerle miedo a las influencias, de verdad Keysi, las influencias son, son lo que son nuestros antepasados.  Esas influencias están relacionadas con el lenguaje que usamos, todo el mundo dice que yo no soy dominicano, aunque yo...

K. M.: No sólo te pasa a ti.

R. B.: ...yo me siento, dominicano no me siento, me siento de Gurabo, —sonrisas— eso sí, de ese pueblecito pequeño del centro de Santiago, donde yo voy y cuando voy allí al ver a mis tías, al ver el campo y al ver el níspero centenario que está en el patio de los abuelos, yo descubro las raíces de mi existencia; eso para mí es la palabra.  Lo otro es un concepto inventado por los militares para poder dar razón de los gastos que tenemos que quitarle a la educación de nuestros países.

K. M.: ¿Se puede notar, no sé..., esa influencia hasta cierto sentido en imágenes o en sentimientos de tu tierra natal, en tu poesía, crees que se transmiten?

R. B.: Eso es inevitable porque al fin y al cabo somos hijos de: yo soy hijo de Mélida y de Juan, —sonrisas— no soy el hijo de John y Agatha, y Mélida y Juan son seres que nacieron, crecieron, han vivido, uno ha muerto allí y está enterrado allí, entonces el sabor, digamos que el sabor de la tierra, de lo que es la tierra, se le transmite, se le sigue transmitiendo a Juan incluso después de la muerte, a Mélida ahora, con esa forma particular que tiene la vieja de hacerse siempre joven.  Mi madre es líder juvenil ahora —sonrisas— a los 74 años.

K. M.: ¡Qué increíble! —sonrisas

R. B.: Y cuando yo llamé el otro día a la casa, mi hermana me dijo que ella estaba acampando con los jóvenes de la iglesia —más sonrisas—, algo que no me atrevo a hacer yo ¿eh?  Ahí me di cuenta de que hay una unión entre lo que decía Constance (la mujer de Armando Romero) ayer, de la constante juventud.  No que la vejez sea mala, no, al contrario, quizá porque uno no quiere ser sabio, porque yo no quiero ser sabio, y llegar a viejo significa llegar a ser sabio como dicen.

—  —  —

K. M.: Cambiando un poco: noté una preocupación por tu mundo, una preocupación por la ecología, una preocupación por el hombre, una preocupación por el ámbito social, por lo que sucede, por… en cierto sentido no quiero decir la política, pero sí por el mundo en que vivimos; cómo se desarrolla, las injusticias, el hambre, las guerras... Y no lo vi en tu poesía de forma directa, pero sí muy palpable.

R. B.: Par mí es esencial, yo no puedo escribir, no puedo escribir del amor sin pensar que en el amor hay una mujer en concreto, o unos seres que pueden ser mis amigos, mis hermanos, mis padres; porque eso también es otro tipo de erotismo, es una relación erótica a otro nivel diferente al que yo me uno con equis mujer, con la cual no tengo nada en común, nada más una atracción animal, química.  Yo pienso que no podemos escribir nada sin tener en cuenta que nosotros somos los responsables de mantener este mundo para los que van a venir.  Y por eso hay, bueno el segundo poema de Libro de los fragmentos, con esa broma algo pesada al crítico o al lector, que se llama en español Acid Rain (y que yo pensé, cuando escribí el poema, que si era mejor llamarlo Lluvia Ácida o Acid Rain, y decidí que era mejor llamarlo Acid Rain), como una especie de —sin tener que decir nada ya el hecho de decir "acid rain" lo implica— situación lírico política al mismo tiempo.  Es decir que, mucha de la responsabilidad de lo que está pasando a nivel de este planeta se debe a que si tú y yo y fulano y mengano no tomamos la palabra, para anunciar y denunciar, al mismo tiempo, que es nuestra tierra y que tenemos que mantenerla, protegerla y ofrecérsela a los que quedan por venir, nadie lo va a hacer.  Y por eso hay una preocupación, y creo que no está demás, ni que es disminuir el discurso lírico decir que hay también una preocupación política en ese discurso, porque es una verdad y además, es una verdad creo yo necesaria.

K. M.: ¿Compromiso hasta cierto punto social o compromiso con tu mundo, ningún compromiso político, ninguna tendencia específica?

R. B.: Creo que al leer los libros, el lector hasta cierto punto puede descubrir detalles relacionados con el mundo del socialismo.  No porque yo sea socialista, ¿me entiendes?, yo lo mismo trabajo con comunistas que socialistas, que capitalistas, que demócratas, que republicanos, que..., a mí me es igual.  A mí lo que me importa es lo que puede hacer la poesía, la palabra, para ayudar a un grupo de seres humanos, incluido yo, a transformar este mundo.  Hay un compromiso social, de hecho yo trabajo, además de las diez mil cosas que yo tengo que hacer relacionadas con la universidad, yo me comprometo en la comunidad, y de hecho el miércoles pasado fui a dar una charla a una de las escuelas secundarias de la zona de Washington, que esto lo he hecho con mucha frecuencia ahora, para hablar de la relación que deben tener los padres con sus hijos, para hasta cierto punto obligarlos a que deben permanecer en la escuela secundaria, porque si no, el futuro es muy oscuro si estos chicos no se dedican.  ¿Y tú sabes cuál es el nivel de los estudiantes que terminaron la escuela secundaria entre 19991 y 1993, de los latinos? El 53% se va antes de terminar.  Si lo que queda es un 47%, tú me dices a mí de ese 47% que termina, los que van a continuar sus estudios en la universidad, y de esos que terminan sus estudios en la universidad, quiénes van a terminar, y de los que van a terminar, o sea: es un círculo vicioso.  Y si personas como yo, como tú, como otra gente que puede tener cierta influencia en los jóvenes, pues yo me di cuenta al ir allí, pues por primera vez, me dijo el director, exclusivamente porque habían anunciado que iba a venir el profesor y poeta dominicano Rei Berroa, y que les iba a hablar.  Claro, yo no me presento allí ni como profesor, ni como poeta, ni mucho menos como dominicano.  Yo voy a hablar allí como un miembro de la colectividad de la comunidad hispana, que está ansiosamente preocupado por lo que le está pasando a los otros miembros de la comunidad.  Y que viene allí a decirles: "miren, los modelos que ustedes tienen para seguir no son solamente esos señores que limpian los baños en la escuela donde ustedes estudian, o que lavan los pisos, etc.".  Hay otro grupo de gente que ha hecho cosas fascinantes y fabulosas para la comunidad, los cuales deben ser presentados a estos chicos para que ellos vean.  No porque yo quiera ponerme como modelo, sino porque los niños, los muchachos necesitan ver que alguno con su color y su forma de pelo y su manera y su lengua ha llegado a algo que vale la pena para la sociedad.  Y ahí, en la comunidad, yo sirvo como vicepresidente de la junta directiva del estado de Virginia para los que sufren problemas mentales.  Es decir, no podemos desligarnos de estas cosas.  Claro que es mucho más fácil para mí decir: "No, no, yo tengo mi trabajo en la universidad y yo tengo una poesía que tengo que crear", pero esa poesía que yo tengo que crear no tiene ningún valor si, a nivel social, yo no tengo una presencia en medio de la comunidad.  No como presencia para que ellos me reconozcan cuando yo vaya, sino el placer de saber que yo estoy haciendo algo que vale la pena, a nivel personal, y quizá podría lograr eso con mi poesía, si me dedicara más tiempo y escribiera...

K. M.: Dos cosas: ¿Te es muy difícil el equilibrio de la enseñanza, la actividad social y comunitaria y el espacio de la creación?

R. B.: ¡Joder qué si es difícil! ¡Me vas a decir a mí! —sonrisas— ¿Sabes? esta semana yo le estaba diciendo a Armando y a Constance, les digo, "tengo que acostarme un poco temprano, va a ser el primer día en toda la semana, que voy a poder acostarme un poco temprano para poder recobrar un poco de fuerza.  Esta semana yo he dormido entre 4½ y 5 horas máximo, ¡todos los días de la semana! De hecho un día (el lunes pasado) sólo dormí 2 horas y media.  ¿Por qué estoy así? Estoy tratando de hacer tantas cosas, a nivel de universidad, porque yo no solamente enseño, sino que hay comités en los que hay que servir, que hay política, de esas minucias de la vida académica que hay que resolver,

—  —  —
K. M.: Tus viajes: en primer lugar, y yéndonos un poco más al génesis, ¿cuándo sales de la República Dominicana?

R. B.: Salgo de la República Dominicana en 1965, a raíz de mi..., de haberme..., de que mis padres..., o de que el cura de la iglesia le dijo a mis padres que “a ese niño había que meterlo al seminario”. Entonces mi primer viaje se llevó a cabo, se hace a Puerto Rico, estoy ahí cuatro años, regreso a Sto. Dgo., en 1970, al terminar mis estudios de filosofía; estoy allí tres años, en el 73, todo el año 73 lo paso en Guatemala.  Al terminar en Guatemala, hago un viaje por Centro América, regreso a Sto. Dgo., de Sto. Dgo. me regreso a Puerto Rico y me quedo enseñando en Puerto Rico.  En el 74 mi primer viaje a España, con una pequeña beca del Ministerio de Educación de la Embajada de España, y ahí conozco a una mujer que va a ser muy importante en esos años y es la que me va a hacer que regrese a España el año siguiente, en 1975.  Termino ese curso de verano (el curso de filología hispánica) y me voy a Puerto Rico y consigo un puesto para enseñar ética en un colegio de Humacao, Puerto Rico.  Además de eso, dirijo el coro del colegio —sonrisas—, soy el consejero de la clase graduanda y, pásmate, entrenador de fútbol —sonrisas—.

K. M.: ¿Cuándo llegas a los Estados Unidos?

R. B.: Bueno, Puerto Rico es Estados Unidos, desgraciadamente no quisiera decir así porque yo soy un simpatizante absoluto de la Independencia de Puerto Rico, pero digamos que llego a Puerto Rico en 1976 y voy a Middleburry College y de ahí, al terminar ese verano (porque en Middleburry se hace el verano y después te vas al país que quieres: Tokyo, Japón; Florencia, Italia; España, etc.), me voy a España, me voy a España con el ánimo esencialmente de hacer mis estudios de maestría y doctorado y al mismo tiempo, porque la chica que conocí el año anterior vive allí..., que se llama, se llamaba, se llama Teresa, y me quedo en España hasta 1979.  Fueron cuatro años absolutamente maravillosos, de un...

K. M.: ¿Sabes que esa frase hay que ponerla entre comillas: "absolutamente maravilloso"? Esa frase es de Armando Romero —sonrisas—.

R. B.: Sí, absolutamente maravillosos; es decir, fueron unos años de tremendo aprendizaje a nivel escritural.  Trabajé muchísimo, empecé a componer; hasta ese momento mis composiciones eran muy, eran poca cosa.  Empecé a componer porque además conocí a un amigo: al poco de llegar allí tenía..., había estudiado conmigo un chico de un pueblo de la provincia de Salamanca que se casaba, y yo me enteré a través de otro amigo de que se iba a casar, y entonces lo llamé por teléfono, y este amigo me invitó a la boda junto con otro amigo suyo de Madrid.  Y fue en la boda donde conocí a este señor que era el jefe de la Purina.  La purina es la compañía que vende piensos de animales en España, y entonces Juan se llamaba este amigo, me dijo: "¡Ah qué bien, poeta, eres poeta y haces música! ¡Ah qué maravilla! Pues yo te voy a llamar de vez en cuando, por que como yo tengo camiones que van a diferentes pueblos, quizás pueden hacer eso...".  Y así fue cómo surgió todo; este amigo tenía un camión que iba a, no sé, a Santiago, o a Sanlúcar de Barrameda, o a Salamanca, y me llamaba, decía: "Rei, tengo un camión que va para Salamanca, —o para Zamora, donde fuera— ¿quieres que llame al representante de Purina de allí para que te organicen un recital de poesía y música?"  Y yo contentísimo.

—  —  —

K. M.: ¡Te envidio!  Mira, sé de tus otros viajes a África, a América del Sur, más Europa, aquí en los Estados Unidos.  Es una pregunta que no sé cómo te va a caer: ¿Te consideras más un nómada y un ser universal de este planeta terráqueo, o más un dominicano?

R. B.: Me considero las dos cosas.  Pienso que soy un dominicano nómada, de hecho solicité el pasaporte de ciudadano del mundo, pero no tiene ningún valor porque nadie lo reconoce, pero sigo manteniendo mi pasaporte dominicano, a pesar de que todo el mundo, tanto en Europa como en el norte de África, como aquí en los Estados Unidos, todo el mundo me dice: "¿Pero para qué tienes ese pasaporte que lo único que te da es problemas?"  Y bueno, prefiero seguir teniendo los problemas del pasaporte dominicano y saber que sigo teniendo una identidad con ese lugar particular del globo terráqueo en el cual yo descubrí el movimiento del agua y el sabor del níspero, y los pechos (cuando era muy, muy chico), los pechos de las mujeres (no voy a decir lo que iba a decir, después lo vas a escribir ahí y mis tías me van a matar) —sonrisas—; pero fue una de mis tías la primera que me enseñó las tetas; las tetas del mundo.  Es decir, el lugar del cual todos hemos mamado, porque seguimos obsesionados con los pechos de la mujer, tanto las mujeres como los hombres.  Porque ese es el inicio de la alimentación de la tierra.  Y a nivel digamos de la alimentación a nivel físico y a nivel emocional.  La obsesión que tenemos con los pechos es una obsesión que ojalá nunca muera.

—  —  —

K. M.: Rei, se nos fue volando el tiempo, una última pregunta: ¿Es cierto lo que dicen por ahí, que "ya casi nadie lee poesía", y que poesía leen poetas, y se leen unos a otro?

R. B.: Ese es el asunto.



La entrevista completa aparece en País Cultural, Año IX, No. 17, Junio de 2015, pp. 10-20.


Wednesday, July 1, 2015

Torii cual Koi nadador

Koi nadador

Hace ya casi cinco años que erigí el torii en el fondo del patio; allí quedó instalado este portal, simplemente abierto, como una invitación para pasar. Desde entonces el sol de los veranos, las lluvias de abril y octubre y las nieves de todos sus inviernos hicieron lo que nos hace el tiempo, y comenzó la pintura a dar muestra de sus años a la intemperie.


Encaramado en una escalera, con raspador y lija, removí la pintura descascarada y volví a aplicar en los pelados una mano de pintura de base grisácea, la misma que garantiza ese rojo geranio vivo.  Luego, desde mi ventana, miraba el torii con sus parches y me provocaba la sensación de una imagen que no lograba nombrar.  Busqué nombrar esa imagen unos dos días, hasta que por fin me llegó: es un Koi.  Y el nombrarlo se me reveló en tres versos:

                   Anclado torii
                  —camuflaje rojo-gris—
                  pez koi nadador.
 

















Este fin de semana que fue tan emocionalmente arrebatador, ya que pasión y rabia remolineaban las palabras y los pensamientos en la sangre que hervía por mis venas.  Mi país natal ejerce la injusticia, con el uso de la maquinaria del poder, sobre los más débiles.  Salimos denunciando el atropello con carácter de urgencia; pero en vez de unirnos al grito de auxilio, entre nosotros mismos nos reclamamos unos a otros la veracidad de la forma en que hemos nombrado la sinrazón, como si nos tocara a nosotros y no a los injustos, demostrar la benevolencia de la forma en que ellos aplican la injusticia.















Ayer, a punto de explotar, vi una tormenta acercarse y batirlo todo, menos el torii. Al torii lo vi cual Koi nadador.


Friday, June 5, 2015

5 poemas de Allá (diario del transtierro)



Jueves 17 de junio, 1993 (00:45 hrs.)
Torrox (Málaga), España

   Está ahí en su tormenta
como algo que ocupa el
espacio sideral de una mirada
(opaca);
algo así, tan inmenso, como
una viruta de pan en la vía
láctea.

   Se puede descifrar a través
del vino la quinta musa,
está en mi tormenta (ahí);
usurpa el espacio de la migaja
y no es la Osa Mayor.

Hay que romper el sobrio
al estrechar la mirada,
que deja de ser opaca para ocupar
el espacio de la palabra;
la migaja,
la viruta
y el pan.




Miércoles 5 de enero, 1994 (3:42 p.m.)
Cincinnati, Ohio

  Qué tormentos de relojes de pulsera
que marchan
  cuan cadenas que arrastra la libertad del tiempo
para romper culpas y encerrar celos
historias de machistas y escándalos de pueblo
  aparta y rompe a cada paso
aparta
deja culpas a culpables
marchar al tiempo y pulso
la ruptura con las ideas del pueblo

 Sube a tus altares míos que te pertenecen
abandona relojes y ataduras
sonríe
que tú y todo por delante
y a vivir están aún

Hay pulsos que terminan sus marchas
y hay pulseras que mantienen marcando
el paso de sus relojes
pues el tiempo no se detiene con el pulso
sigue
sonríe
todo por delante
retoma tus altares míos que te pertenecen.



Martes 1º de febrero, 1994 (4:30 p.m.)
Cincinnati, Ohio

Desconcierto

Después de la iniciativa (de todas las iniciativas)
queda
el ataque descomunal.
No es cuestión de esgrima, se desplaza sin aritmética;
es un olor embriagador
carece de circunstancia
evita lo circunstancial –a dos espacios–
se logra la unidad singular.
Reaparecen los muros; se crea la distancia:
con el silencio (sabor a rechazo) al margen;
cero a la izquierda,
indiferencia –dualidad–.
Es imposible robarle destellos al espejo,
carece de precedentes.
Veda y huye al compás de sus excesos.
Atañe al olfato la suntuosidad alcohólica
–persiste.
Se espera el espacio creado –a doble espacio–
no cabría en mi manta
veda perpetua
ni silencio vitalicio
nos falla el cálculo –inevitablemente–
por las circunstancias de embriaguez,
los olores del espejo, el destello del muro,
los márgenes establecidos y la
línea;
la que es indiferente a la circunferencia en el plano
                                –ni tangente ni secante.
Regresa el alcohol con su ataque descomunal.



Domingo 31 de julio, 1994 (7:13 p.m.)
Cincinnati, Ohio

Allá

Deambulamos, al llegar,
por espacios estéticos de una arquitectura de consumo,
falta de arcos, madera tallada, obras de arte, cuadros y esculturas,
mármol.
Nos sobrecoge una armadura de acero pintada de morado opaco
y blanco de hospital.
               Caminamos en círculos por edificios rectangulares y con nombres
(MorgensSciotoDaniels),
buscamos querencias ausentes,
deambulamos por espacios ajenos en busca de familiaridad;
nada nos pertenece.
               Así creamos rutinas,
nos acostumbramos a esas armaduras de metal hasta que ya no las vemos,
hasta que podemos pretenderlas,
confundirlas con nuestras querencias ya abandonadas.
De vez en cuando escapamos al pasado,
a lugares familiares que poco a poco nos van reconociendo menos
y que poco a poco van dejando de ser parte nuestra.
               Nos convertimos en nómadas intelectuales;
permutamos en aviones, y en largos trayectos de autobuses y automóviles.
Nos constituyen pedacitos de camas y sueños;
vamos dejando una estela de orgasmos apasionados
y veranos olvidados en lechos perdidos
en espacios que abandonó nuestro tiempo.
               Vamos reconstruyendo arquitecturas de consumo;
y a esos que como yo dependemos de un refugio,
nos mata la inestabilidad de lechos a medio tiempo.



Sábado 25 de octubre, 2003 (09:53 a.m.)
New York, New York

    Suelto el mundo en la agonía de su gloria y su miseria,
en su punto (afuera a veces, a veces en el centro)
me encuentro: unos ratos en la gloria
y otros en la misma mierda.
   Habito en el planeta y respiro; unos días aire fresco,
otros apenas aire. Igual,
deambulo por las calles y en la ciudad soy uno más
o uno menos (dependiendo de la gloria o la miseria).
   Encuentro de vez en cuando flores en el camino
y en días de gloria venzo gigantes,
luego me muestra la miseria que eran molinos,
y paso de vencedor
a vencido.
   Hay días en que soy báculo de la creación
e instrumento del verso; otros,
soy apenas un idiota que anhela solamente
rascarse la cabeza.
   Así vivo y sobrevivo; con el que me quiere,
con el que me odia.
Y por igual
sigue el mundo ajetreado en su miseria
y en su gloria.