Tuesday, January 20, 2015

Que lo diga Pelegrín


Íbamos para El Bronx a visitar a Eduardo y nos metimos en hablar de la mocedad, de esos años en que éramos libres y felices; o sea, inocentes o ignorantes (que es lo mismo, si de ser felices y libres se trata). Éramos de diferentes pueblos donde todos practicamos deportes, pero en el único en que coincidimos todos fue en la pelota, y todos recordábamos esos años con igual fervor.
Les conté de la vez que perdimos los tres juegos en Sainaguá: el de la mañana, el de la tarde y el de las doce. En ese play de segunda para atrás era terreno cimarrón en el que no pudimos fildear un fly, pero los jugadores de Sainaguá se desplazaban entre zanjas y peñascos como si estuvieran en el cuadro, ¡no se les caía una! Ah, pero el juego de las doce lo perdimos porque no nos dieron de comer.
Después les conté de Patechiva, el mejor jardinero que jamás haya dado el pueblo de Cambita. Y cuando les hice el cuento de cómo aparó aquel memorable batazo, no me lo quisieron creer: Patechiva en su vida usó zapatos, y el jugar con clavos o tenis era igualito que maniatarlo. Una vez jugando no sé dónde, nuestro equipo perdía vergonzosamente pues Patechiva, con clavos puestos, no aparaba una. En el noveno inning, con bases llenas, dieron un palo por el center y Patechiva le cayó atrás. Los tenis lo trababan y verlo intentar correr daba risa y ganas llorar a una vez. En acto de desespero, se arrancó los tenis de los pies y, descalzo, aceleró hasta aparar la pelota en la misma valla. El ampayar lo cantó como "doble por regla" alegando que Patechiva, contra el reglamento, se había quitado los tenis.
Se echaron a reír y no me lo creyeron: "Que no podía correr con zapatos… ¡No relaje ombe!"

Llegamos a casa de Eduardo y entre tragos caímos otra vez en la pelota. Eduardo, que fue más pelotero que todos nosotros juntos, nos contó de la vez que su equipo de Villa Altagracia jugó contra el equipo de Cambita, y cómo el centerfilder hizo una hazaña increíble: salió detrás de un palo, y al no poder correr enzapatado, se quitó los clavos y así descalzo, a la carrera, alcanzó a hacer el out. Jugada así "¡hay que verla para creerlo!" dijo.



Aparece en la colección 
Shortstop
(microrrelatos de béisbol dominicano)
LETRA NEGRA Editores, 2014

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