Tuesday, December 16, 2014

Un lugar donde buscar kenshō en espera de satori



Un shishi odoshi para complementar la serenidad del agua corriendo bajo el puente de madera, justo al lado donde la tímida llama de una lámpara de piedra resplandece; un lugar para detenerse, escuchar, esperar.  Quizás encontrar (en un momento), kenshō; y día a día volver, escuchar, esperar, contemplar, buscar satori.



Pulsar aquí: detenerse, escuchar


Wednesday, December 10, 2014

Segundo Lugar Premio de Cuento Juan Bosch (FUNGLODE 2014)



Segundo Premio: “Serás para mí”
De la autoría de Keiselim A. Montás (seudónimo El Hijo de Doña Tatica)

“Por el buen manejo narrativo de una historia muy actual, con sugestivo tratamiento de la sicología de  los personajes”.
            Jurados: Armando Almánzar, Emilia Pereyra, Pedro Antonio Valdez.


Monday, December 1, 2014

Pateando las hojas

                  poema de Donald Hall
                  traducción de Keiselim A. Montás
                  en TRANSTIERROS




Pateando las hojas


         1
Pateando las hojas, octubre, mientras caminamos juntos a casa
al regresar del juego, en Ann Arbor,
en un día color hollín, lluvia en el ambiente;
pateo las hojas de arce,
rojos de setenta variaciones de color, amarillo
como papel viejo; y hojas de álamo, frágiles y pálidas;
y hojas de olmo, banderas de una nefasta carrera.
Pateo las hojas, produciendo un sonido que recuerdo
según se levantan en remolino desde mis botas,
y ondean; y recuerdo
octubres caminando a la escuela en Connecticut,
con mis bombachos de pana que crujían
con un sonido como el de las hojas; y un domingo comprando
un vaso de cidra en un puesto a la orilla
de una carretera enlodada en Hew Hampshire; y pateando las hojas,
otoño de 1955, en Massachusetts, sabiendo
que mi padre se moriría para cuando se hayan ido las hojas.



Ver el resto del poema en TRANSTIERROS

Monday, November 24, 2014

Cuatro poemas invernales







Por mi ventana veo un temprano invierno,
se acerca; nos cae encima.
Es una fusión de blanco y verde,
el verde será rojizo, marrón, caerá;
y el blanco se hará nada, desaparecerá.
Esqueletos desnudos habitarán entre nosotros,
y de vez en cuando lucirán de gala
un vestido blanco.
Vendrán azotes y soplidos,
habrá aguas torrenciales y,
sin darnos cuenta, de pronto,
volverán a la vida los esqueletos;
se vestirán de fiesta y bailarán alegres.
Y yo, sentado frente a mi ventana,
esperaré a que otra vez
nos caiga una fusión de verde y blanco.

        Miércoles 23 de octubre, 1996 (12:05 p.m.)
        Santa Fe, New Mexico







Está baja la marea,
sigue frío afuera, ya no llueve,
pero el viento no ha dejado de azotar.
Hay una coraza de hielo al rededor del alféizar de la puerta de cristal.
El mar se bate de frente contra la playa,
contra el arrecife, contra la casa,
contra mi ventana.
Sólo las gaviotas se aventuran en busca de algas:
están en la playa, escarban en la arena;
otras vuelan y se dejan llevar –de lado- por el viento;
otras flotan en altas olas.
El mar es incesante,
la vista maravillosa, y la música es: ese va y ven de la olas (y nada más).
  
        Jueves 26 de diciembre, 2002 (08:09 a.m.)
        East Hampton, Long Island, New York


  
 



















Hace tanto frío afuera que se me aguan los ojos;
se me aguan los ojos y se me nubla la vista;
se me nubla la vista y tengo que pestañar;
pestaño y se me mojan las pestañas;
se me mojan las pestañas y el frío me las congela.
Con las pestañas congeladas, se me nubla la mirada.

Dirán que no tengo sentimientos, y que mis lágrimas son pequeños témpanos de hielo.

        Martes 18 de diciembre, 2007 (10:16 hrs.)
        Hanover, New Hampshire -En el curro




                                            Retrato de proscenio

                                            Amanece, comienza a clarear el día;
                                            no es un día
                                            como todos los días de mi infancia.
                                            Comienza a clarear el día, amanece;
                                            es un día
                                            como ninguno de los días de mi infancia.
                                            El cielo en calma, con sus borretones grises, refleja
                                            -en el horizonte- amarillo fuego naranja.
                                            No hay un ápice de viento, y
                                            el silencio es industrial (murmullo de luz eléctrica);
                                            el suelo está todo cubierto de hielo, y el hielo
                                            de seca nieve.
                                            Amanece y está más claro;
                                            se va perdiendo el amarillo en azulejos
                                            y el fuego naranja en delineación clara de oscuras formas montañosas de horizonte.
                                            El suelo se hace más blanco,
                                            el día se hace más claro, y es un día
                                            extranjero a todos los días de mi infancia de guayabal.

                                                    Jueves 13 de diciembre, 2007 (07:04 a.m.)
                                                    Hanover, New Hampshire



Tuesday, October 21, 2014

América

Richard Blanco reads the Inaugural Poem "One Today"




América
            para Richard Blanco, Presidential Inaugural Poet, 2013

Su madre (la madre de ese gordito simpático que fue) guajira,
con su inglés machaca'o,
sentada ahí, a su lado:
sonriendo; diciéndole que en su mocedad –ella
tenía el cuerpo como Beyoncé;
llorando (tu padre debería estar aquí); volteándose para tocarle el hombro
Cálmate, deja de hacer tantos garabatos
ofreciéndole un dulce (como si fuera aún aquel niño gordito).

Él, con su dicción perfecta, de pie
frente a la nación y el mundo:
"Mr. President" comenzó diciendo,
y versó de su madre (esa guajira) que lo acompañaba,
al hablar de toda América ejemplificada –One Today– en toda labor:
"on our way to clean tables…
            to teach geometry, or ring up groceries as my mother did"
como esa guajira lo hizo "for twenty years,"
"so I could write this poem" aquí, hoy,
hoy es América.



(6:26 a 6:34 am)
Viernes 4 de octubre, 2013
Lebanon, NH

Thursday, September 25, 2014

De mi vida laboral en mi ganapán: Dartmouth College Staff Snapshot


"Keysi Montás is unquestionably a Renaissance man. His creative endeavors range from handcrafted furniture to poetry, photography, and dancing the tango—not the sorts of pursuits one might typically associate with a public safety professional."






Wednesday, September 17, 2014

Cacán

Cacán

Esta tarde tibia el play de Cambita estaba repleto. Era juego de clasificación entre Haina y Cambita. Había multitud y algarabía por el lado de la primera, de la tercera y detrás del backstop. El juego era de importancia tal que hasta anunciador hubo. Eso era toda una novedad que dio al juego un aire diferente, como si fuera un juego de los que transmitían por la radio. En varias ocasiones el anunciador le pidió a la multitud retirarse de la banda de la primera, pues había un hainero zurdo que halaba por ese lado.
Los cambiteros cogieron palos en la primera entrada (5 carreras), pero cuando les tocó batear se la lucieron. Parece que la algarabía del pueblo les dio energía para dar palos también. En la quinta entrada estaban empatados, Haina estaba al bate con hombres en primera y tercera y sin outs. Había llegado más gente y el bullicio no dejó que se oyera la voz del anunciador cuando advirtió que el zurdo estaba de turno al bate.
Se preparó el lanzador en el montículo, chequeó los corredores y lanzó una recta para el plato como a mil. "¡Strike one!" Se volvió a preparar y el catcher le hizo señas de que le pichara adentro, el pitcher dijo que no con la cabeza, el catcher insistió y el pitcher volvió a soltarle la misma recta, pero cerrada.  "¡Strike two, en la esquinita de adentro!"
El catcher volvió a pedir lo mismo y el zurdo, sacando el pie derecho, abanicó con todas sus fuerzas disparando un linietazo por la banda de la primera que se perdió entre la muchedumbre que saltó al tiempo del batazo: "¿A quién le dio, a quién le dio?" preguntaban muchos en alboroto y nadie dijo esta boca es mía.
Se calmó el alboroto y el pitcher volvió a lanzar; el zurdo dio un toletazo que capturó el segunda base y en una jugada del 4 al 6 al 3 se realizó un doble play sin que anotara carrera. Justo al momento que se cantó out al corredor de primera, Don Cacán, quien había estado parado entre la muchedumbre, cayó de bruces, tiesecito, como cuando un hachero desploma un árbol en el monte. Cuando lo voltearon para socorrerlo, le vieron en la frente una abolladura circular rosada con marcas oscuras que parecían la costura de una pelota.


Aparece en la colección 
Shortstop
(microrrelatos de béisbol dominicano)
LETRA NEGRA Editores, 2014

Friday, August 1, 2014

La Instalación de mi Torii

4 de noviembre, 2009

Comencé a imaginarme caminando en silencio por un jardín Zen en el patio de mi casa, por esa orilla del patio que entre árboles da al riachuelo del fondo; ahí donde el murmullo de la corriente del agua me permite sentirme lejos de donde estoy y mucho más cerca de donde no estoy. Así nació la idea de hacer un Torii para pasar a estar ahí donde estoy mucho más cerca de donde no estoy. Me llevó casi un año de imaginación, y unos 5 meses de construcción en los que dedicaba los momentos libres de algunas tardes, y las pocas horas de algunos fines de semana, a luchar con esas pesadas vigas de madera para realizar esa idea.

Estas fotos documentan, en lo posible, el proceso que llevó idea a papel, papel a madera, y madera a Torii; así entre lápiz, escuadra, formón y mazo, brocha y pintura, y la ayuda oportuna de la amistad, queda ahora instalado en el patio de mi casa este portal, simplemente abierto, como una invitación para pasar...

Ahora hay que hacer el jardín.







































Thursday, July 24, 2014

El milagro de la memoria

Desde que llegué de la oficina ayer se desató una espectacular tormenta de verano; llovió toda la noche.  Esta mañana, en mi mesa de trabajo, no me aguantaba de las ganas de salir a escuchar de cerca el canto alegre del arroyo; por eso, apenas garabateé unos apuntes y salí. Comencé a oír el murmullo desde el umbral de la puerta.  Me armé de videograbador, caminé sobre el mojado césped hasta el fondo del patio y crucé a través del torii.

Comencé a grabar el momento y, encantando por el canto, paseé por toda la orilla captando el puente, la constante gota de agua llenando el shishi odoshi, la lámpara de piedra, el correr del agua bajo el puente, la vista del Buda sentado entre las rocas del otro lado…  Extasiado me quedé en el correr del agua.

De vuelta en mi mesa de trabajo puse el video: a la máquina se le acabó la memoria y sólo captó 59 segundos.  A mí me queda todo, incluyendo el olor a mojado.









Thursday, May 8, 2014

Mi padre, el monje zen

Hace probablemente diez años o más que no me envuelvo en un proyecto de costura.  Ahora estoy haciendo un bulto para el bandoneón que me prestó una amiga (voy a aprender a tocar el bandoneón).  Anoche, mientras trabajaba en eso, volvió a romperse el hijo obligándome a ensartar la aguja de la SINGER industrial que compré hará ya quince años.  Aunque no uso lentes sino de vez en cuando para leer, estoy cegato y casi no veo (lo admito), se me dificultó encontrar el agujero.

Con Mía rondando a mi alrededor fue inevitable que me acordara de mi padre sastre y tapicero (astronauta y explorador de todo lo hecho por mano de hombre, ingeniero de la vida).  Últimamente sus lentes son mucho más gruesos que los que comenzó a usar en su juventud (mucho antes de que yo naciera).  Hace dos años me visitó y en su constante necesidad de estar ocupado, arregló unos muebles en casa.  Lo vi tomar el cabo del hilo entre pulgar e índice de la mano izquierda, con tijeras en la derecha, cortar la punta del hilo y, sin lentes y sin esfuerzo alguno, de un solo intento, ensartar el hilo en la aguja.

Asombrado le pregunté que cómo era posible que viera el agujero de la aguja, y me dijo: "No mijo, no lo veo, hace tiempo que no lo veo; pero, he hecho esto tantas veces que simplemente me acuerdo de donde está el agujero".

Marzo 5, 2014

Wednesday, February 12, 2014

La construcción de un puente japonés

La construcción de un puente japonés aparce en la sección CAJÓN DE SASTRE, de la Revista TRANSTIERROS

Hui del mundo de la ciudad y aquí abrí sendas entre los árboles para llegar al riachuelo, erigí un torii, construí un puente, una lámpara de piedra y levanté una campana. Me puse a contemplar cómo las estaciones tornaban los árboles de verde a amarillo, a marrón, a sombras, a esqueletos grisáceos vestidos de algodón y cómo resaltaban, perenne, el rojo de mi huella y verde de los pinos. Sé que las nieves esconden un sendero que, a través del torii, va de la casa al monte. Con el lente busco captar (como en un haiku) lo que me rodea cuando, cruzando el torii, voy y vengo.