Comencé a imaginarme caminando en silencio por un jardín Zen en el patio de mi casa, por esa orilla del patio que entre árboles da al riachuelo del fondo; ahí donde el murmullo de la corriente del agua me permite sentirme lejos de donde estoy y mucho más cerca de donde no estoy. Así nació la idea de hacer un Torii para pasar a estar ahí donde estoy mucho más cerca de donde no estoy. Me llevó casi un año de imaginación, y unos 5 meses de construcción en los que dedicaba los momentos libres de algunas tardes, y las pocas horas de algunos fines de semana, a luchar con esas pesadas vigas de madera para realizar esa idea.
Estas fotos documentan, en lo posible, el proceso que llevó idea a papel, papel a madera, y madera a Torii; así entre lápiz, escuadra, formón y mazo, brocha y pintura, y la ayuda oportuna de la amistad, queda ahora instalado en el patio de mi casa este portal, simplemente abierto, como una invitación para pasar...
Ahora hay que hacer el jardín.
Ahora hay que hacer el jardín.