Una emoción al descubierto: sobre Allá (diario del transtierro)
Margarita Aldanás, Ciudad
de Matanzas, Cuba, 12 de septiembre, 2013
Tengo ante mí una emoción al descubierto, una emoción que se hace
conmoción, y a la vez penetra suave, serena, en mis cavernas, el libro de
Keiselim A. Montás, Allá (diario del
transtierro). Poemas que progresan, suceden y edifican; pudiendo interesar
a los mejores espíritus, definir a los incrédulos, porque vienen con renovados
entendimientos y perspectivas de un mayor alcance.
El poeta Keiselim suele liberarse de la mezquindad y hostilidad, e incita a
una mirada justa ante la nueva y antigua realidad. Con PROFUNDIDAD, logra la
carga expresiva de los versos y receptividad de los mismos. En testimonios
brota la vitalidad, la tristeza por tanto nacimiento que no pierde la raíz ni
andando, pero fiel a sí mismo, a cada origen humano se debate y conjuga con
expresión precisa, por eso así nos dice: Encamíname
bajo la lluvia al pueblecito / tras la empalizada del maizal / del tío abuelo
Antonio, y de dónde nace sino de la realidad, de la inquietud del alma y el
deseo de un rigor reflejando lo nuevo, lo mejor, lo peor de la realidad
contemporánea. El poeta conoce del
peregrinaje, de la Odisea
de los hombres, como tal la aventura, un cruce del mar, de aguas que se vuelven
turbulentas, tristes, y sin pretender la estatua de sal, la pregunta de todos,
por qué lo abandoné, por qué lo he dejado, y es sencillamente la apuesta que
encuentro:
Amanece,
comienza a clarear el día;
no
es un día
como
todos los días de mi infancia.
Comienza
a clarear el día, amanece;
es
un día
como
ninguno de los días de mi infancia.
En momentos la ansiedad va conjunta con toda la esperanza, con toda la
sustancia, y en lo íntimo acercar el arte, amar la vida con toda la intención
no de un hallazgo, sino de la conciencia, por eso todo verso tiene la
coherencia de la problematización y el propio conjunto intrínseco de la lucha
del hombre, del poeta.
Así me acerco a "Parentesco con los prójimos", me acerco y siento
que:
Sucedió
sábado,
frente
al espejo todo comenzaba:
ese
hombree de un cuarto de siglo que soy,
ése
que frente al espejo navaja en mano,
cara
empapada,
atinaba
al corte.
Imagen
simultanea
del
padre:
ese
hombre que es, que cuenta con medio siglo,
quizás
nunca se ha parado así.
Y todo se va dando por la magia de un libro sin mediaciones, sólo que
alerta, que va creando un devenir progreso con el cual se define la propia
lengua tomada, retomada, del escritor y su nación, y sus naciones, un libro que
permite expresar la talla de este escritor con sus conquistas, con su dominio,
con su atmósfera en orden, llana, nada hueca, todo lo contrario, específica.
Me aporta innovación verbal, congruencia del modernismo, me lleva ALLÁ A
CONOCERLO, Y A CONOCER LA AMERICA DEJADA. Todo el andar que hemos atravesado,
el verso es el vehículo de su cultura individual y colectiva, por eso vuelve a
decirnos:
La
tarde estaba tibia,
no
recuerdo si las calles eran de piedra
o
si las habían asfaltado ya.
Tómanos
el fufurio de Pepín
vertiginosamente
calle abajo
corríamos
montados sobre él los tres
y
nos moríamos de la risa,
era
incontenible,
mientras
la rueda delantera apuntaba en dirección
autónoma
del timón:
la palabra la vuelve libertad, a
pesar, y hay clamor y hay hazaña, creación, estilo, puedo decir que Keiselim A.
Montás culmina sus versos, porque tiene la posibilidad de expresar el conflicto
sin temor y toda ansiedad, y convulsión de esta época, con el valor de ALLÁ.
Doy Gracias por recibir este libro hermoso, humano, con exactitud y
precisión, han sido días, reitero, de carga emocional, de esclarecimiento, de
tomar interés, de imágenes concluidas y encontradas para mí, y saber que ALLÁ
puede ser aquí, que ALLÁ SOMOS TODOS, y es esencial descubrirlo cuando las
interpretaciones sólo sean los mejores versos para una siembra inmediata que
flota por momentos, y que encontremos en ellos la cimiente de toda construcción
hermosa. Por eso:
Es increíble cómo emerges de entre las nota
de una canción ajena,
no entiendo cómo te me relacionas a los
versos
de
un poema huérfano; pero estás porque estás.
Por
los caminos perdidos de mi infancia
en
la potranca blanca vengo del pozo
(y
tú vas)…