yo una mujer, Yo la Mujer: culinaria, literaria
En Lección de cocina, de Rosario
Castellanos, a primera vista, nos encontramos con un sujeto posicionado desde
una narración en primera persona, un yo, a la vez que la voz narrativa se
presenta como una ninguna/todas. Para
acercarme a la cuestión de cómo en el cuento Rosario Castellanos crea la
posición del sujeto, y cómo la voz narrativa se representa a sí misma, me es
menester proponer que Castellanos está haciendo primordialmente dos cosas: primero,
denunciando la situación histórica de la mujer en la institución patriarcal del
matrimonio, y; segundo, hablándonos de la cocina de la escritura (no de
escritura de cocina). La denuncia la
hace mediante el uso de dos metáforas que se yuxtaponen: la carne como mujer y
viceversa, y la historia de una mujer como la historia de La Mujer. Lo de la cocina de la escritura lo hace a
través de la metáfora implícita de cocinar por escribir (que en vez de una
lección de cocina, lo que se nos ofrece es una lección de creación), y una
evidente incursión autorial en la voz narrativa1. Veamos.
Al
contar la historia de esta recién casada, el relato toma la forma de un libre
correr de la conciencia que llega a abarcar la historia de la institución
patriarcal del matrimonio, y la posición de la mujer en esa institución,
conjugando una en todas las mujeres y todas las mujeres en una; o proponiendo a
esta mujer como La Mujer, como he indicado.
Dice: “Mi lugar está aquí. Desde
el principio de los tiempos ha estado aquí.
En el proverbio alemán la mujer es sinónimo de Küche, Kinder, Kirche”
(7). También dice: “¿Cómo podría llevar
a cabo labor tan ímproba sin la colaboración de la sociedad, de la historia
entera” (7). Y: “¿Qué me aconseja usted
para la comida de hoy, experimentada ama de casa, inspiración de las madres
ausentes y presentes, voz de la tradición, secreto a voces de los supermercados?"
(8-9). Está por otra parte el hecho de
que no tenemos a un personaje determinado, tenemos por el contrario a un
personaje anónimo —sin nombre, o sin nombre propio—, que puede ser a la vez esa
voz de mujer que narra, o la voz universal de La Mujer que se mira como mujer
en el contexto al cual la ha circunscrito históricamente el patriarcado: “Porque
perdí mi antiguo nombre y aún no me acostumbro al nuevo, que tampoco es mío”
(11).
Continuando
en este plano, podemos ver entonces cómo ese yo anónimo hace uso de la metáfora
para exponer (denunciar) su situación, y la de la mujer en general, a través de
la historia. Basta leer el cuento para
notar que es mediante una conexión mental que la narradora se transporta, por
el color de la carne, al color de su espalda en su luna de miel, y es con esa
metáfora que consigue el efecto claro del juego semántico entre carne y mujer: en
el primer nivel, el pedazo de carne como la mujer; e en el segundo nivel, la
mujer como un pedazo de carne. Veamos la
metaforización: comienza con la carne —la que descongela, sazona, cocina y que luego
se quema—, y de ahí pasa a su propia carne quemada por el sol y dice: “Yo... La
carne, bajo la rociadura de la sal, ha callado el escándalo de su rojez y ahora
me resulta más tolerante, más familiar” (10).
En otra instancia, después de describir la carne en un estado “dorado y
[que] exhala un aroma delicioso” (17), se plantea lo que pasaría si se vistiera
y perfumara, y saliera a la calle; esto equivaldría a convertirse en un pedazo
de carne dorado y de delicioso aroma, o en presa. Por eso lo de: “A la mejor me abordaba un
hombre maduro. . . El único que a estas
horas puede darse el lujo de andar de cacería” (18, el énfasis es
mío). En otro momento dice, “. . .aquí
huele, no a carne humana, sino a mujer inútil” (19). Por último dice (y bien podría decir mujer en
vez de trozo de carne): “Recapitulemos.
Aparece, primero el trozo de carne con un color, una forma, un tamaño
[una niña]. Luego cambia y se pone más
bonita y se siente una muy contenta [una señorita]. Luego vuelve a cambiar y ya no está tan
bonita [mujer casada o solterona]. Y
sigue cambiando. . . [madre, jamona, o vieja, etc.]" (20). Sin más, estos ejemplos textuales revelan esa
metáfora paralela de: la mujer es a la carne como la carne es a la mujer (en
notación aritmética sería mujer : carne :: carne : mujer).
Pasemos
a otro plano, al de la cocina de la escritura, porque en un nivel implícito, no
es una lección de cocina lo que tenemos, sino una lección de escritura. Aquí superficialmente presentaré la metáfora
implícita de cocinar es escribir; para ello apuntaré (superficialmente) a lo
que veo en el texto como incursiones autoriales (de Castellanos) en la voz
narrativa. En la voz narrativa, al
referirse a la idea de preparar la carne asada que sería un plato fácil, se
puede escuchar la voz autorial (refiriéndose a esa opción como cuento fácil),
cuando dice: “Un plato sencillo y sano.
Como no representa la superación de ninguna antinomia ni el planteamiento
de ninguna aporía, no se me antoja” (9, el énfasis es mío). Este vocabulario no es culinario, ¡es
literario!; está diciendo que eso del asado es un cuento fácil, pero que no le
apetece, pues no se propone escribir una lección de cocina sobre cómo hacer un
asado; sino, cómo escribir un cuento.
Cuando la voz narrativa habla de
contarle a sus compañeras de colegio sobre su matrimonio dice: “Yo inventaría
acrobacias, desfallecimientos sublimes, transportes como se les llama en Las
mil y una noches, récords” (16); sabemos que en el otro nivel, Castellanos no
nos está haciendo un cuento de hadas madrinas, ni príncipes azules, el cuento
que cuenta es real. Más adelante, cuando
se plantea cómo enfrentar al marido por lo de la carne quemada dice: "Ah,
no, no voy a caer en esa trampa: la del personaje inventado y el narrador
inventado y la anécdota inventada” (20).
Nuevamente, este vocabulario es altamente literario, no culinario; es
referente directo a la creación literaria.
Pues, qué decir: que lo dejo aquí, puesto que estas ínfimas
apreciaciones so son sino una invitación (o provocación) para que esas obras se
lean, se vuelvan a leer, se sigan leyendo.
Notas
1
Sobre este tema es imprescindible leer
lo que dice Wayne Booth sobre las incursiones de la voz del autor en el texto, para
apuntar el acto creativo.
Obras citadas y consultadas
Booth, Wayne C. “The
Author’s Voice in Fiction.” The Rhetoric
of Fiction. Chicago-London: The
University of Chicago Press, 19??. 205-06.
Castellanos, Rosario.
“Lección de cocina.” Álbum de
familia. México: Joaquín Mortiz,
1971. 7-22.
Este ensayo "yo una mujer, Yo la Mujer: culinaria, literaria" aparece en las pp. 77-80, de:
Ínfimas apreciaciones literarias (Desde Cervantes hasta Perlongher en vuelo de pájaro)
Premio de Ensayo Letras de Ultramar 2015
Editora Nacional, Santo Domingo, 2016.
El libro está disponible en Amazon: https://www.amazon.com/dp/9945588672?m=A37027BXX9XJRI&ref_=v_sp_widget_detail_page
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