Finalmente se publica esta entrevista que le hiciera a Rei Berroa una
tarde de otoño de 1994, en el legendario Cove
Café del 404 de la avenida Ludlow en Clifton, Cincinnati, Ohio. La entrevista se iba a publicar en una revista
en Buenos Aires, la cual se fue a pique antes de publicarla; creí haberla
perdido con todo lo que perdí en Albuquerque, New Mexico, cuando un amigo intentó
incrementar la memoria de mi computadora y terminó borrándolo TODO.
El año pasado le dedicaron la VIII Feria del Libro Dominicano en Nueva
York (celebrada los días 26, 27 y 28 de septiembre de 2014) a Rei
Berroa, y, como por arte de magia, apareció la entrevista en un archivo de
papeles que ha viajado conmigo 20 años (dos décadas), 8 residencias y 4 estados.
Encontrar la entrevista justo para el reencuentro con Rei
fue motivo de alegría para los dos; ahora, su publicación, es motivo de júbilo.
Aquí parte de la entrevista:
Fragmentos
Keiselim (Keysi) A. Montás: En primer lugar te pregunto,
¿cuándo comienzas a escribir, y cómo te das cuenta que la poesía es una
vocación para ti, o que eres poeta, que te sientes poeta?
Rei Berroa: El problema del tiempo es un
problema capital, el descubrirse uno poeta hasta cierto punto sería una especie
de arrogancia: si yo pudiera decir, bueno, en un momento particular yo descubrí
que era poeta; en realidad uno nunca lo es, hasta cierto punto está siempre de
camino, está tratando siempre de tener los ojos abiertos para que el mundo se
te meta dentro y logres expresarlo de la mejor manera, que la lengua que te han
regalado los que te han precedido, los que nos han precedido, sirva de una
manera viva para comunicar las experiencias, las expresiones y las emociones
que tienes. Creo que si pudiera señalar
un momento particular, que hasta cierto punto yo me di cuenta de que había algo
en mí que era poético... yo cantaba mucho de hecho cuando era niño me metieron
al seminario, cuando tenía diez años: una manera particular que tenían, yo me
imagino, los padres de salvarse de las responsabilidades que le
corresponderían, porque además los curas pues, obligaban al niño a... El cura esencialmente veía a un niño que era
como más tímido más callado, pero que le gustaba mucho leer y que estaba
buscando, inmediatamente: "Ese es El Libro", como para ellos el libro
solamente implica una sola dirección, de hecho el mundo
judeo-cristiano-musulmán se basa en el mismo libro (son diferentes versiones,
pero en realidad es el mismo), pensaron esta persona, este niño, este tiguerito
es alguien del libro, es decir, alguien que puede leer, es para cura. Inmediatamente te toman y te llevan al
seminario, y estuve allí más tiempo del que me hubiera gustado estar, lo que
pasa es que, claro, a esa edad no puedes discernir y como el mundo es una
campana, el mundo en ese momento, el lugar en donde te meten se convierte en
una campana de la cual tú no puedes salir, todo lo que se lleva a cabo allí, se
lleva a cabo desde una exclusiva perspectiva, y esa es la que yo viví en los
inicios. Me di cuenta de que tenía mucho
qué decir cuando después de estar mucho tiempo yo tenía una amigo español (José
María Prieto, que ahora es psicólogo, es el director de la escuela de
psicólogos de España) me hizo unas cuantas preguntas una vez con respecto a la
filosofía (yo estudié filosofía), y yo decidí contestarle con un diálogo en
forma de teatro. Y le escribí un diálogo
en forma de teatro, partiendo de la visión filosófica de un filósofo italiano
(Chacha), que había escrito una historia de la filosofía... tendría yo unos
diecisiete años, y se lo di a él, y se quedó entusiasmadísimo, además yo pensé
simplemente en darle una serie de preguntas con dos personajes en la cual uno
representaba la visión imperialista, española, algo conservadora, del
"status quo", y otra, de otro personaje en el cual yo me reconocía
(pensaba yo que me reconocía, era el reconocimiento que yo podía hacer de uno
de esos personajes; era Tito y el otro no recuerdo, Tito era yo). Y él, después
de eso, de leerlo y releerlo, viene a donde mí y me dice: "¿Por qué tú no
te dedicas a escribir teatro y poesía, esto es una maravilla?" Y yo,
"no José, cómo va a ser una maravilla, no, es una reflexión que yo
hice". —"No, no, no, debes
proseguir". Entonces a raíz de eso
yo me di cuenta que posiblemente había una voz que estaba tratando de salir,
que era como un grito que estaba almacenado dentro de mí, y que estaba de
alguna u otra forma tratando de buscar salir hacia afuera. Y ése hasta cierto punto fue mi primer contacto
vivo y poderoso con una manera expresiva que fue poética y que me hizo poco a
poco empezar a salir. Luego me metí con
los asuntos sociales, y no fue sino cuando llegué a España en 1974, cuando
empecé a escribir con mucho tren.
K. M.: ¿Escribes sólo poesía, o has
intentado nuevamente incurrir en el teatro (sé que haces crítica), novelas o
cuentos?
R. B.: He intentado hacer cuentos y están
todavía ahí, guardados.
K. M.: ¿En la memoria o en los archivos?
R. B.: No, no, en los archivos. Una noche te levantas porque tienes una idea,
y te sientas a escribir y trabajas desde la una y media hasta las seis de la
mañana, preparando, diseñado, componiendo, buscando personajes..., y luego no
vuelves a seguir en ellos. Quizá porque
la expresión poética es una expresión totalmente diferente a la expresión del
cuento, aunque parten del concepto de unidad, que no tiene por ejemplo la
novela, la unidad se puede en una novela, pero hay mucho más dispersión. Sí tengo una novela, que está de camino
también, en la que trato de enfrentarme al problema del discurso fragmentado
que lleva a cabo el ser humano cuando tiene que moverse de un mundo, de una
realidad, de una estructura a otro mundo, a otra realidad, a otra estructura, y
el personaje clave en esa novela es Hieronymus Bosch [El Bosco] mi pintor, mi pintor surrealista fascinante, místico,
místico del color, que Enrique VIII está buscando un pintor para la corte, y en
vez de hacer un e-mail, como se hace
hoy día, simplemente va al norte de Europa y ve las pinturas de este loco y
dice: "A este loco hay que llevárselo para Inglaterra, porque esto es, esto
es lo que yo ando buscando". Logra
que esté allí, (él sabía español, no mucho pero lograba comunicarse bien en
español) y cuando llega a Inglaterra es un mundo totalmente diferente, y la
realidad de vivir en la corte que él no había tenido jamás, ni lo había
pensado, le hace cambiar totalmente su postura ante el discurso artístico. Entonces la relación que había entre color y
misticismo, color-forma y misticismo en las pinturas del Bosco se le convierten
en color, forma y erotismo pero utilizando no el medio de la pintura, sino el
medio del lenguaje. Y es el encuentro,
las relaciones que él vive en la corte, en una corte muchísimo más abierta (la
corte inglesa en aquel momento) que el mundo flamenco que vivía él.
K. M.: Volviendo un poco a lo que dijiste
anteriormente de levantarte en un momento y comenzar a escribir algo, me
interesa saber cómo surge tu poesía, ¿de un momento de inspiración, y como
dices te levantas y comienzas a escribir, la trabajas mucho...?
R. B.: Trabajo quizá demasiado. Sí, yo creo que, que hasta cierto punto uno va
con los sentidos abiertos, como decía García Lorca, el poeta debe ser el
maestro absoluto de los cinco sentidos. Y sin esos cinco sentidos, sin la capacidad de
hacer táctil todo lo visual (porque nosotros somos seres visuales, esencialmente
somos seres visuales: oímos poco, no tenemos buen oído, el olfato es una mierda
comparado con el olfato por ejemplo de los perros u otros animales), pero somos
esencialmente seres visuales y la computadora que son nuestras manos. Si uno se pone a registrar la cantidad de
información que tú envías al cerebro a través de las manos, no solamente para
reproducir situaciones visuales con los gestos, sino también sobre todo para
reproducir situaciones táctiles cuando tocas. Uno tiene que ser un maestro absoluto en esos
cinco sentidos, y para mí no es necesariamente que me levanto y empiezo a
escribir, eso puede suceder. Muchas
veces me pasa eso, estoy paseando con mi perra por el parque y de repente
empiezo a escribir en mi mente y luego empiezo a hablar, a hacer el poema en
voz alta, porque hasta cierto punto, la conversión de las ideas en lenguaje,
aunque sea para ti mismo, hace que esas ideas hasta cierto punto encuentren
cierta formación, cierta composición en tu mente y se queden algo grabadas en
la memoria.
K. M.: Al escribirlos, ¿vas a una máquina
de escribir, a una computadora, o al lápiz y al papel?
R. B.: A todo..., lo que esté a mano... Evidentemente prefiero el lápiz y el papel,
todavía hay una mística, la mística de ese sonido particular de la palabra
tomando forma a través del contacto con el papel. Pero en ocasiones, no tengo el papel o lo que
sea y me pongo a escribir, me siento al ordenador, o, ya no uso la máquina de
escribir para absolutamente nada, ni siquiera para escribir los sobres que le
envío a la gente. Es decir, ahora uno
compone la carta y después escribe el sobre a mano. Y eso está sucediendo incluso a nivel de
complejo industrial.
K. M.: Mencionaste a García Lorca y en
tus primeros poemas, me pareció a mí que hay una..., no quiero decir que es una
influencia, pero me pareció que existía un tono lírico y unas imágenes que me
parecieron puramente lorquianas, ¿qué me dices?
R. B.: Que es inevitable, y que si eso es
así, bendito sea, maravilloso maestro. No
quiero, en realidad uno..., no hay que tenerle miedo a las influencias, de
verdad Keysi, las influencias son, son lo que son nuestros antepasados. Esas influencias están relacionadas con el
lenguaje que usamos, todo el mundo dice que yo no soy dominicano, aunque yo...
K. M.: No sólo te pasa a ti.
R. B.: ...yo me siento, dominicano no me
siento, me siento de Gurabo, —sonrisas—
eso sí, de ese pueblecito pequeño del centro de Santiago, donde yo voy y cuando
voy allí al ver a mis tías, al ver el campo y al ver el níspero centenario que
está en el patio de los abuelos, yo descubro las raíces de mi existencia; eso
para mí es la palabra. Lo otro es un
concepto inventado por los militares para poder dar razón de los gastos que
tenemos que quitarle a la educación de nuestros países.
K. M.: ¿Se puede notar, no sé..., esa
influencia hasta cierto sentido en imágenes o en sentimientos de tu tierra
natal, en tu poesía, crees que se transmiten?
R. B.: Eso es inevitable porque al fin y
al cabo somos hijos de: yo soy hijo de Mélida y de Juan, —sonrisas— no soy el hijo de John y Agatha, y Mélida y Juan son
seres que nacieron, crecieron, han vivido, uno ha muerto allí y está enterrado
allí, entonces el sabor, digamos que el sabor de la tierra, de lo que es la
tierra, se le transmite, se le sigue transmitiendo a Juan incluso después de la
muerte, a Mélida ahora, con esa forma particular que tiene la vieja de hacerse
siempre joven. Mi madre es líder juvenil
ahora —sonrisas— a los 74 años.
K. M.: ¡Qué increíble! —sonrisas—
R. B.: Y cuando yo llamé el otro día a la
casa, mi hermana me dijo que ella estaba acampando con los jóvenes de la
iglesia —más sonrisas—, algo que no
me atrevo a hacer yo ¿eh? Ahí me di
cuenta de que hay una unión entre lo que decía Constance (la mujer de Armando
Romero) ayer, de la constante juventud. No que la vejez sea mala, no, al contrario,
quizá porque uno no quiere ser sabio, porque yo no quiero ser sabio, y llegar a
viejo significa llegar a ser sabio como dicen.
—
— —
K. M.: Cambiando un poco: noté una
preocupación por tu mundo, una preocupación por la ecología, una preocupación
por el hombre, una preocupación por el ámbito social, por lo que sucede, por…
en cierto sentido no quiero decir la política, pero sí por el mundo en que
vivimos; cómo se desarrolla, las injusticias, el hambre, las guerras... Y no lo
vi en tu poesía de forma directa, pero sí muy palpable.
R. B.: Par mí es esencial, yo no puedo
escribir, no puedo escribir del amor sin pensar que en el amor hay una mujer en
concreto, o unos seres que pueden ser mis amigos, mis hermanos, mis padres;
porque eso también es otro tipo de erotismo, es una relación erótica a otro
nivel diferente al que yo me uno con equis mujer, con la cual no tengo nada en
común, nada más una atracción animal, química. Yo pienso que no podemos escribir nada sin
tener en cuenta que nosotros somos los responsables de mantener este mundo para
los que van a venir. Y por eso hay,
bueno el segundo poema de Libro de los fragmentos, con esa broma algo
pesada al crítico o al lector, que se llama en español Acid Rain (y que
yo pensé, cuando escribí el poema, que si era mejor llamarlo Lluvia Ácida
o Acid Rain, y decidí que era mejor llamarlo Acid Rain), como una
especie de —sin tener que decir nada ya el hecho de decir "acid rain" lo implica— situación
lírico política al mismo tiempo. Es
decir que, mucha de la responsabilidad de lo que está pasando a nivel de este
planeta se debe a que si tú y yo y fulano y mengano no tomamos la palabra, para
anunciar y denunciar, al mismo tiempo, que es nuestra tierra y que tenemos que
mantenerla, protegerla y ofrecérsela a los que quedan por venir, nadie lo va a
hacer. Y por eso hay una preocupación, y
creo que no está demás, ni que es disminuir el discurso lírico decir que hay
también una preocupación política en ese discurso, porque es una verdad y
además, es una verdad creo yo necesaria.
K. M.: ¿Compromiso hasta cierto punto
social o compromiso con tu mundo, ningún compromiso político, ninguna tendencia
específica?
R. B.: Creo que al leer los libros, el
lector hasta cierto punto puede descubrir detalles relacionados con el mundo
del socialismo. No porque yo sea
socialista, ¿me entiendes?, yo lo mismo trabajo con comunistas que socialistas,
que capitalistas, que demócratas, que republicanos, que..., a mí me es igual. A mí lo que me importa es lo que puede hacer
la poesía, la palabra, para ayudar a un grupo de seres humanos, incluido yo, a
transformar este mundo. Hay un
compromiso social, de hecho yo trabajo, además de las diez mil cosas que yo
tengo que hacer relacionadas con la universidad, yo me comprometo en la
comunidad, y de hecho el miércoles pasado fui a dar una charla a una de las
escuelas secundarias de la zona de Washington, que esto lo he hecho con mucha
frecuencia ahora, para hablar de la relación que deben tener los padres con sus
hijos, para hasta cierto punto obligarlos a que deben permanecer en la escuela
secundaria, porque si no, el futuro es muy oscuro si estos chicos no se
dedican. ¿Y tú sabes cuál es el nivel de
los estudiantes que terminaron la escuela secundaria entre 19991 y 1993, de los
latinos? El 53% se va antes de terminar. Si lo que queda es un 47%, tú me dices a mí de
ese 47% que termina, los que van a continuar sus estudios en la universidad, y
de esos que terminan sus estudios en la universidad, quiénes van a terminar, y
de los que van a terminar, o sea: es un círculo vicioso. Y si personas como yo, como tú, como otra
gente que puede tener cierta influencia en los jóvenes, pues yo me di cuenta al
ir allí, pues por primera vez, me dijo el director, exclusivamente porque
habían anunciado que iba a venir el profesor y poeta dominicano Rei Berroa, y
que les iba a hablar. Claro, yo no me
presento allí ni como profesor, ni como poeta, ni mucho menos como dominicano. Yo voy a hablar allí como un miembro de la
colectividad de la comunidad hispana, que está ansiosamente preocupado por lo
que le está pasando a los otros miembros de la comunidad. Y que viene allí a decirles: "miren, los
modelos que ustedes tienen para seguir no son solamente esos señores que
limpian los baños en la escuela donde ustedes estudian, o que lavan los pisos,
etc.". Hay otro grupo de gente que
ha hecho cosas fascinantes y fabulosas para la comunidad, los cuales deben ser
presentados a estos chicos para que ellos vean. No porque yo quiera ponerme como modelo, sino
porque los niños, los muchachos necesitan ver que alguno con su color y su forma
de pelo y su manera y su lengua ha llegado a algo que vale la pena para la
sociedad. Y ahí, en la comunidad, yo
sirvo como vicepresidente de la junta directiva del estado de Virginia para los
que sufren problemas mentales. Es decir,
no podemos desligarnos de estas cosas. Claro que es mucho más fácil para mí decir:
"No, no, yo tengo mi trabajo en la universidad y yo tengo una poesía que
tengo que crear", pero esa poesía que yo tengo que crear no tiene ningún valor
si, a nivel social, yo no tengo una presencia en medio de la comunidad. No como presencia para que ellos me reconozcan
cuando yo vaya, sino el placer de saber que yo estoy haciendo algo que vale la
pena, a nivel personal, y quizá podría lograr eso con mi poesía, si me dedicara
más tiempo y escribiera...
K. M.: Dos cosas: ¿Te es muy difícil el
equilibrio de la enseñanza, la actividad social y comunitaria y el espacio de
la creación?
R. B.: ¡Joder qué si es difícil! ¡Me vas
a decir a mí! —sonrisas— ¿Sabes? esta
semana yo le estaba diciendo a Armando y a Constance, les digo, "tengo que
acostarme un poco temprano, va a ser el primer día en toda la semana, que voy a
poder acostarme un poco temprano para poder recobrar un poco de fuerza. Esta semana yo he dormido entre 4½ y 5 horas
máximo, ¡todos los días de la semana! De hecho un día (el lunes pasado) sólo
dormí 2 horas y media. ¿Por qué estoy
así? Estoy tratando de hacer tantas cosas, a nivel de universidad, porque yo no
solamente enseño, sino que hay comités en los que hay que servir, que hay política,
de esas minucias de la vida académica que hay que resolver,
—
— —
K. M.: Tus viajes: en primer lugar, y
yéndonos un poco más al génesis, ¿cuándo sales de la República Dominicana?
R. B.: Salgo de la República Dominicana
en 1965, a raíz de mi..., de haberme..., de que mis padres..., o de que el cura
de la iglesia le dijo a mis padres que “a ese niño había que meterlo al
seminario”. Entonces mi primer viaje se llevó a cabo, se hace a Puerto Rico,
estoy ahí cuatro años, regreso a Sto. Dgo., en 1970, al terminar mis estudios
de filosofía; estoy allí tres años, en el 73, todo el año 73 lo paso en
Guatemala. Al terminar en Guatemala,
hago un viaje por Centro América, regreso a Sto. Dgo., de Sto. Dgo. me regreso
a Puerto Rico y me quedo enseñando en Puerto Rico. En el 74 mi primer viaje a España, con una
pequeña beca del Ministerio de Educación de la Embajada de España, y ahí
conozco a una mujer que va a ser muy importante en esos años y es la que me va
a hacer que regrese a España el año siguiente, en 1975. Termino ese curso de verano (el curso de
filología hispánica) y me voy a Puerto Rico y consigo un puesto para enseñar
ética en un colegio de Humacao, Puerto Rico. Además de eso, dirijo el coro del colegio —sonrisas—, soy el consejero de la clase
graduanda y, pásmate, entrenador de fútbol —sonrisas—.
K. M.: ¿Cuándo llegas a los Estados
Unidos?
R. B.: Bueno, Puerto Rico es Estados
Unidos, desgraciadamente no quisiera decir así porque yo soy un simpatizante
absoluto de la Independencia de Puerto Rico, pero digamos que llego a Puerto
Rico en 1976 y voy a Middleburry College y de ahí, al terminar ese verano
(porque en Middleburry se hace el verano y después te vas al país que quieres:
Tokyo, Japón; Florencia, Italia; España, etc.), me voy a España, me voy a
España con el ánimo esencialmente de hacer mis estudios de maestría y doctorado
y al mismo tiempo, porque la chica que conocí el año anterior vive allí..., que
se llama, se llamaba, se llama Teresa, y me quedo en España hasta 1979. Fueron cuatro años absolutamente maravillosos,
de un...
K. M.: ¿Sabes que esa frase hay que
ponerla entre comillas: "absolutamente maravilloso"? Esa frase es de
Armando Romero —sonrisas—.
R. B.: Sí, absolutamente maravillosos; es
decir, fueron unos años de tremendo aprendizaje a nivel escritural. Trabajé muchísimo, empecé a componer; hasta
ese momento mis composiciones eran muy, eran poca cosa. Empecé a componer porque además conocí a un
amigo: al poco de llegar allí tenía..., había estudiado conmigo un chico de un
pueblo de la provincia de Salamanca que se casaba, y yo me enteré a través de
otro amigo de que se iba a casar, y entonces lo llamé por teléfono, y este
amigo me invitó a la boda junto con otro amigo suyo de Madrid. Y fue en la boda donde conocí a este señor que
era el jefe de la Purina. La purina es
la compañía que vende piensos de animales en España, y entonces Juan se llamaba
este amigo, me dijo: "¡Ah qué bien, poeta, eres poeta y haces música! ¡Ah
qué maravilla! Pues yo te voy a llamar de vez en cuando, por que como yo tengo
camiones que van a diferentes pueblos, quizás pueden hacer eso...". Y así fue cómo surgió todo; este amigo tenía
un camión que iba a, no sé, a Santiago, o a Sanlúcar de Barrameda, o a
Salamanca, y me llamaba, decía: "Rei, tengo un camión que va para
Salamanca, —o para Zamora, donde fuera— ¿quieres que llame al representante de
Purina de allí para que te organicen un recital de poesía y música?" Y yo contentísimo.
—
— —
K. M.: ¡Te envidio! Mira, sé de tus otros viajes a África, a
América del Sur, más Europa, aquí en los Estados Unidos. Es una pregunta que no sé cómo te va a caer:
¿Te consideras más un nómada y un ser universal de este planeta terráqueo, o
más un dominicano?
R. B.: Me considero las dos cosas. Pienso que soy un dominicano nómada, de hecho
solicité el pasaporte de ciudadano del mundo, pero no tiene ningún valor porque
nadie lo reconoce, pero sigo manteniendo mi pasaporte dominicano, a pesar de
que todo el mundo, tanto en Europa como en el norte de África, como aquí en los
Estados Unidos, todo el mundo me dice: "¿Pero para qué tienes ese
pasaporte que lo único que te da es problemas?" Y bueno, prefiero seguir teniendo los
problemas del pasaporte dominicano y saber que sigo teniendo una identidad con
ese lugar particular del globo terráqueo en el cual yo descubrí el movimiento
del agua y el sabor del níspero, y los pechos (cuando era muy, muy chico), los
pechos de las mujeres (no voy a decir lo que iba a decir, después lo vas a
escribir ahí y mis tías me van a matar) —sonrisas—;
pero fue una de mis tías la primera que me enseñó las tetas; las tetas del
mundo. Es decir, el lugar del cual todos
hemos mamado, porque seguimos obsesionados con los pechos de la mujer, tanto las
mujeres como los hombres. Porque ese es
el inicio de la alimentación de la tierra. Y a nivel digamos de la alimentación a nivel
físico y a nivel emocional. La obsesión
que tenemos con los pechos es una obsesión que ojalá nunca muera.
—
— —
K. M.: Rei, se nos fue volando el tiempo,
una última pregunta: ¿Es cierto lo que dicen por ahí, que "ya casi nadie
lee poesía", y que poesía leen poetas, y se leen unos a otro?
R. B.: Ese es el asunto.
La entrevista completa aparece en País Cultural, Año IX, No. 17, Junio de 2015, pp. 10-20.